Posted: 6/12/2017
El síndrome de abstinencia neonatal afecta a miles de bebés estadounidenses
Toda mujer embarazada sueña con dar a luz a un bebé sano, incluso las madres adictas al alcohol o las drogas. Molly, Tammy, Erika y Beverly tienen antecedentes de consumo de sustancias que van desde el alcohol hasta la cocaína y la heroína. Recientemente, cada una de ellas se registró de forma voluntaria en la unidad de preparto de Parkland Memorial Hospital para reducir su consumo antes de dar a luz. Con la ayuda de los servicios proporcionados por el Programa de Intervención Perinatal de Parkland (PIP, por sus siglas en Inglés), esperan poder limpiar sus organismos y lograr una vida mejor para ellas y sus bebés a punto de nacer.
“El día que me enteré de esto, vine,” dijo Molly, de 36 años. “Es una bendición.” Molly tiene tres hijas adolescentes y está esperando un niño. Durante la última década, ella consumió heroína, metanfetaminas y Xanax. Ella trató de desintoxicarse dos veces pero fracasó. La razón, dice ella, es que no estaba lista.
“Tenía excusas. Los adictos siempre dicen: 'mañana dejaré de consumir,' pero ese día nunca llega,” dijo. “Esta vez es diferente para mí. He estado en Parkland durante seis semanas y tuve días difíciles, pero ahora me siento bastante bien. Ojalá hubiese venido antes.”
“Casi todas las madres odian su adicción y quieren limpiar sus organismos y cuidar a sus hijos,” explicó el Dr. Kurt Kleinschmidt, toxicólogo y especialista en adicciones certificado, que a su vez es director médico del PIP y profesor de Medicina de Emergencias en UT Southwestern Medical Center. “El problema es que tienen una enfermedad, la adicción, que es perjudicial tanto para ellas como para sus bebés. Nosotros las herramientas médicas y psicosociales para combatir su enfermedad.”
El síndrome de abstinencia neonatal (NAS, por sus siglas en Inglés) es un grupo de problemas que sufre un bebé expuesto a los fármacos opioides (heroína, hidrocodona, oxicodona) en el útero materno. Puede causar partos prematuros, crecimiento intrauterino deficiente, convulsiones y otros problemas de salud. Con la explosión del consumo de drogas opiáceas en EE. UU., esto se está convirtiendo en un problema muy común.
Las consecuencias emocionales, físicas y financieras del NAS son extremadamente caras para las familias, los hospitales y la sociedad. Un estudio nacional de Health Services Research descubrió que los bebés expuestos a drogas ilícitas permanecen aproximadamente siete días más en el hospital, a un costo más alto, que un niño que no ha estado expuesto. Además, el Centro Nacional de Recursos Asistenciales para Niños Abandonados (National Abandoned Infants Assistance Resource Center) de Children’s Bureau, estimó que los costos de por vida de cuidar a un niño expuesto a dichas sustancias se encuentran entre los $750,000 y $ 1.4 millones, mientras que los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en Inglés) calcularon que el costo de por vida de los niños que solo padecen el síndrome alcohólico fetal es de $2 millones.
Mientras que el servicio de Medicina Fetal Maternal en Parkland ha tenido el programa PIP durante años, el programa fue recientemente ampliado con un mayor uso de exámenes de detección del consumo de sustancias y la incorporación de personal nuevo mediante la financiación del Programa de Mejoramiento de Acceso a la Red (Network Access Improvement Program, NAIP). NAIP fue creado por la 83.ª Legislatura de Texas para aumentar la disponibilidad, calidad y efectividad de la atención primaria para los clientes de Medicaid, proporcionando pagos de incentivos administrados por organizaciones de atención administrada a instituciones de salud y hospitales públicos participantes. El programa PIP no solo mejora los resultados para la madre y el bebé, sino que también reduce significativamente los costos de cuidado de la madre y el bebé durante el parto y después.
PIP, que es un programa multidisciplinario, incluye médicos de medicina fetal maternal y practicantes de enfermería; neonatólogos; profesionales de enfermería que practican en la NICU de Parkland, clínica de medicina fetal maternal, unidades de preparto y posparto; especialistas en vida infantil; trabajadores sociales; colegas asesores en navegación y otras personas que ven a mujeres embarazadas con problemas de adicción en la Clínica de Medicina Fetal Maternal de Parkland y como pacientes internadas en el hospital antes y después de dar a luz.
En 2016, Parkland expandió el PIP agregando servicios a tiempo parcial del Dr. Kleinschmidt y, en enero de 2017, servicios a tiempo completo del consejero de consumo de sustancias Daniel Meléndez. Más de 60 mujeres han recibido tratamiento en Parkland, a través de PIP, desde principios de 2017.
Algunas pacientes embarazadas que quieren dejar de consumir opioides son internadas en Parkland antes del parto para realizar el tratamiento de reducción del consumo. Estas pacientes suelen sufrir la enfermedad de abstinencia de opiáceos. Se empieza un tratamiento con metadona para detener la enfermedad de abstinencia. Luego se reduce gradualmente el consumo de metadona. El objetivo es que las madres dejen las drogas opioides en el momento del parto para prevenir la aparición de NAS.
Además del tratamiento médico para dejar los opioides, las mujeres asisten a sesiones de asesoramiento y educación cinco días a la semana durante su estadía. Sus mañanas incluyen atención médica de rutina con el personal de medicina fetal maternal. Tres veces por semana en las tardes, los educadores de la vida del niño enseñan habilidades comunes de la maternidad a todas las madres en la unidad. Las mujeres con problemas de consumo de sustancias asisten a una sesión de asesoramiento grupal organizada por el consejero Melendez, donde se les anima a hablar de sus miedos, esperanzas y luchas contra las drogas.
“Nuestro objetivo es terminar con los hábitos de adicción. Es un proceso tanto educativo como médico. Conectamos a las pacientes con la ayuda que necesitan y las animamos y apoyamos en su camino hacia la recuperación,” dijo Meléndez.
“Todas nuestras interacciones con las pacientes no contienen acusaciones y se basan en hechos reales sobre sus adicciones,” dijo Meléndez, que tuvo problemas de consumo de sustancias durante 20 años y ha estado en recuperación, “limpio y sobrio,” durante 21 años. “Es un proceso de construcción de confianza. Les digo: ‘La honestidad es el primer paso. Tienes que ser honesto contigo mismo. No puedes trabajar con los problemas a menos que aceptes que los tienes.’”
Durante una reciente sesión grupal con Meléndez, hubo momentos de lágrimas, risas, silencio sombrío y de compartir experiencias.
Erika, de 30 años, ha consumido alcohol y heroína desde que tenía 17 años. Ella está esperando su cuarto hijo, una niña. “Estaba asustada. Sinceramente quiero dejar las drogas y el alcohol en el pasado. He hecho muchas promesas que no cumplí, pero ahora tengo que ponerme a prueba con hechos y no con palabras,” dijo.